Una IRM, o resonancia magnética, muestra a los profesionales de la salud una imagen tridimensional detallada para ayudar a formar un diagnóstico preciso de lo que sucede dentro de una parte particular del cuerpo. El procedimiento utiliza campos magnéticos y ondas de radio para capturar la imagen; a diferencia de las tomografías computarizadas y las radiografías tradicionales, no somete al paciente a radiación. Cada exploración toma unos minutos, con una resonancia magnética completa que dura entre 45 y 90 minutos, según la parte del cuerpo involucrada.

Un podiatra usaría una resonancia magnética para ver lo que está sucediendo dentro del pie o el tobillo para diagnosticar con precisión una variedad de condiciones o problemas de salud, como fracturas óseas, artritis, infecciones, crecimientos o daño a los nervios y/o tejidos blandos que los tradicionales Los rayos X no pueden detectar.

Ciertas condiciones físicas prohíben el uso de resonancias magnéticas en algunos pacientes, ya que la fuerza magnética puede atraer implantes metálicos. Por ejemplo, es posible que las personas con marcapasos, válvulas cardíacas artificiales y algunos tipos de bombas, estimuladores, dispositivos auditivos y clips quirúrgicos implantados quirúrgicamente no puedan realizarse una resonancia magnética. Además, si un paciente tiene fragmentos de metal en el ojo, no se puede realizar una resonancia magnética. Esta información se divulgaría en las respuestas del cuestionario del paciente que se recopilan antes de realizar cualquier prueba de imagen.