Los espolones son excrecencias del hueso. En los pies, ocurren con mayor frecuencia en el talón, pero también pueden crecer cerca de los dedos y en la articulación del dedo gordo. Los espolones suelen desarrollarse en zonas sometidas a una presión constante. Los espolones óseos pueden volverse problemáticos cuando el dolor y otros problemas en los pies surgen como resultado de la presión y el roce del calzado contra el área afectada, lo que provoca irritación, enrojecimiento, hinchazón e inflamación. A medida que el espolón óseo irrita e inflama el tejido blando circundante, se experimenta un dolor agudo y/o un dolor sordo.

Los espolones calcáneos, o espolones óseos en el talón, se producen en la parte inferior del hueso del talón como resultado de la formación de depósitos de calcio con el tiempo. Son bastante comunes y suelen desarrollarse en atletas que corren y saltan con frecuencia, actividades de alto impacto que provocan presión repetida en la zona; también son comunes en personas que se paran sobre superficies duras durante largos períodos de tiempo. Las personas con arcos altos en los pies, diabetes y exceso de peso también pueden ser propensas a tener espolones en los talones. Los espolones en el talón se pueden prevenir mediante estiramientos y ejercicios para los pies, usando calzado de apoyo y bien ajustado, y calentando adecuadamente antes de las actividades de impacto, todo lo cual reduce la tensión y el estrés en el área.

Los espolones calcáneos pueden provocar fascitis plantar, una afección en la que la fascia plantar, o la banda de tejido fibroso que conecta el hueso del talón con la bola del pie, se inflama.

El tratamiento para los espolones del talón incluye aparatos ortopédicos, calzado de apoyo y que se ajuste adecuadamente, medicamentos antiinflamatorios (pregunte a un médico antes de tomar cualquier medicamento), inyecciones de cortisona y cirugía si la condición empeora.