Cuando las temperaturas exteriores caen cerca o por debajo del punto de congelación, se puede producir congelación después de la exposición a condiciones frías durante un período prolongado. La congelación puede implicar daños en la piel, el tejido e incluso los nervios, músculos, tendones y huesos subyacentes en los casos más graves. El cuerpo reacciona a la exposición al frío contrayendo los vasos sanguíneos, lo que restringe el flujo de sangre y oxígeno, particularmente en los pies, las manos, las orejas, la nariz y los labios. La falta de circulación puede provocar piel y tejido muertos.

La congelación afecta más comúnmente a los ancianos y diabéticos, ya que tienen una circulación más deficiente en estas áreas. Los niños también son más susceptibles a la congelación debido a que sus extremidades son más pequeñas. Aquellos que están expuestos a temperaturas frías durante largos períodos de tiempo, como los trabajadores al aire libre y las personas sin hogar, corren un mayor riesgo de sufrir congelación.

La congelación superficial afecta solo a las tres capas de la piel y puede penetrar hasta la tercera, o capa subcutánea. La congelación profunda o avanzada es una condición muy grave, cuando el daño se ha extendido a los nervios, músculos, tendones e incluso huesos. En este caso, la piel puede volverse blanca, azul o incluso negra. Las áreas congeladas pueden tener gangrena o tejido muerto, que puede ser necesario extirpar quirúrgicamente para prevenir infecciones. Aunque las personas que sufren de congelación pueden recuperarse por completo, pueden experimentar una sensibilidad duradera al frío y ser más propensas a futuros casos de congelación.

Si ocurre una congelación, busque ayuda médica de inmediato y busque un ambiente cálido. En lugar de calentar la piel con una fuente demasiado caliente, como sentarse cerca de un calefactor portátil o una chimenea, devuelva gradualmente la piel a una temperatura más cálida. Descongelar la piel y luego volver a congelarla es particularmente peligroso.

La congelación se puede prevenir evitando la exposición prolongada a temperaturas bajo cero. Si estará al aire libre con temperaturas gélidas, mantenga los pies calientes y secos usando calcetines y botas apropiados. Entre con frecuencia para calentarse y asegúrese de quitarse la ropa mojada, ya que la piel mojada es más propensa a congelarse. Nuevamente, no descongele ni vuelva a congelar la piel congelada.