Las ampollas son burbujas llenas de líquido que se forman en la piel del pie u otras partes del cuerpo debido a la fricción o una quemadura. En el pie, comúnmente ocurren en el talón y los dedos, áreas sujetas a fricción y roce con el calzado. La mayoría de las ampollas están llenas de líquido transparente y, por lo general, no requieren atención médica; sin embargo, las ampollas más grandes, más graves y dolorosas pueden requerir una visita al médico, ya que pueden estar llenas de pus o sangre.

Una ampolla proporciona una barrera protectora para que la piel nueva pueda formarse en un ambiente limpio y estéril sin exponerse a la suciedad y los gérmenes mientras la piel sana. Dado que las ampollas son la respuesta natural del cuerpo para proteger la piel, la mayoría de las ampollas no deben perforarse ni es necesario perforarlas para liberar el líquido. Para prevenir el dolor y la infección, las ampollas se pueden cubrir sin apretar con un vendaje adhesivo o una almohadilla especial en forma de rosquilla.

Si una ampolla revienta o se abre, lávela solo con agua y jabón; otras soluciones podrían quemar e irritar la nueva piel que se forma debajo. La piel protectora de la ampolla nunca debe arrancarse, incluso si la ampolla se rompe, ya que podría provocar una infección. Aplique un ungüento antibiótico y un vendaje adhesivo para mantener la piel nueva limpia y estéril. Si sale un líquido blanco o amarillo de la ampolla, es un signo de una infección que debe ser tratada por un médico.

Prevenga las ampollas usando calcetines y calzado que le queden bien. Asegúrese de que los calcetines tengan tacones y no se amontonen en el pie. Si un zapato causa fricción o roce en un lugar en particular, cubra el área con una venda adhesiva o vaselina antes de que se forme una ampolla. Acostúmbrese a los zapatos nuevos lentamente con el tiempo.